Pintar la calle: arte urbano en el sur
MURALISMO
Ana Laura Cantera y Florencia
Menéndez, dos artistas que dejan su huella en la región, relatan la experiencia
de pintar fuera de los límites de un cuadro. Murales que embellecen las calles
se multiplican cada día y despiertan impresiones de los que pasan distraídos.
Ana Laura Cantera vive en Monte
Grande desde muy joven; Florencia Menéndez en Temperley, donde se convirtió en
un ícono de la localidad, y ambas artistas tienen en común haber decidido
expresarse mucho más allá de los límites de una muestra pictórica, para
sociabilizar su arte a través de murales que se reproducen en las calles de sus
barrios.
El dedo índice de Ana presiona con sutileza el pincel y sale un trazo de pintura que recorre la pared y se esfuma. Para cualquier desprevenido que pase por allí, el dibujo parece no tener pies ni cabeza pero en cuestión de minutos, con otros tantos trazos calibrados y algunas pinceladas, empieza a revelarse un mural que dará vida a esa fachada olvidada en Fair al 1100.
“Historia de un ciclo” se llamó al
concluirse los 25 metros
de mural en una pared abandonada en Fair al 1.100 (en el Partido de Esteban
Echeverría) que dejó de serlo cuando llegó Ana con sus pinceles, latas de
pintura y la idea de basarse en sus “historias personales”.
Ese mismo día una señora le propuso
dar clases de arte en una Iglesia: “Lo primero que preguntan es, _¿y qué querés
decir vos con esto?_”, relató y agregó que la gente que se acerca mientras
pinta aportan “buenas interpretaciones, ese es el valor, sino se vuelve algo
hermético y cerrado”.
La artista de treinta años comenzó a coronar su paso por las paredes callejeras en ungrupo de muralismo de un taller que se daba en la municipalidad de la escuela de “Artes y oficios”.
Luego de haber buscado y desandado
su propio camino artístico, hace un par de años esta joven artista, a la que
siempre le gustó “pintar y trabajar en grande”; entendió que había que
“despegarse un poco del ambiente aburguesado de las galerías de arte” y que en
definitiva derribando esas paredes y sacando su arte a las calles, plasmándolo
en murales urbanos la movilizaba más como artista y “llegaba a un público más
interesante y popular”.
“Las paredes siempre hablan de
algo, cuentan cosas, relatan. Yo trato de escucharlas. Tienen una historia y
siempre que pinto, si bien tengo alguna idea preconcebida, en general se va
formateando y consolidando de acuerdo a cada sitio”, contó Ana, mujer
“detallista” como se define, que se dedica a la investigación y a la docencia,
y que en este momento está metida de lleno en la pintura de una escuela, donde
cuenta con la colaboración de sus alumnos de arte.
Ana Cantera remarcó que desde la Municipalidad de
Lomas de Zamora se realizan tareas de “embellecimiento urbano” donde está
abierta la convocatoria a cualquier muralista que quiera participar y se le
proveen de los elementos para realizarlo. De hecho, con estos recursos ella
realizó el mural de Fair, según subrayó.
“La relación con la gente, la modificación de la estética y la simbología del lugar” son tres pilares para esta artista que se basa en la electrónica y en la tecnología a la hora de plasmar su arte en una pared.
Sin embargo, también se la puede
observar en paredes de Monte Grande o en la estación de El Jagüel en una
pintada con motivo del 98° aniversario de Esteban Echeverría.
Por su parte, la artista temperlina
de 39 años Florencia Menéndez recordó, que
realizó su primer mural en la calle de “casualidad” producto de una juntada con
amigos para hacer modelo vivo en su “Taller de Arte”, en Temperley, donde
actualmente dicta clases.
Pero aquella modelo en realidad
nunca llegó, por lo que las ganas de pintar quedaron plasmadas en el paredón de
al lado del taller, mediante una reproducción del cuadro “Los músicos” del
pinto ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. “Fue una experiencia que renovó la calle
y nos dio mucha alegría hacer”, subrayó la artista y agregó: “Cuando se termina
el trabajo quedamos transformados el lugar y nosotros”.
Como repasando aquellas imágenes
sensoriales de lo pintado mientras las relata, Florencia recordó que “la pared
tiene un contexto, antes de elegir un tema me siento a mirarla un rato largo.
El caso de los cuadros es totalmente diferente porque los empiezo siempre sin
saber qué va a salir, nunca se dónde va a terminar la obra, me dejo llevar”.
“Al muralista la gente lo siente
cercano, se le anima, le dice lo que piensa, sabe que el mural es de todos y
eso anima a decir”, recalcó, mientras entre palabras buscó sintetizar esta
experiencia que según expresó se siente atraída por “la cercanía con el otro,
la apertura y predisposición para hablar de arte, para expresar su propio
encuentro alguna vez con él o su deseo de acercarse más”
Termperley se bañó del arte urbano
de Florencia Menéndez, desde un kiosco, un garaje, el paso peatonal del bajo en
Turdera que ahora es un “puente de color” y hasta el hospital Gandulfo pasaron
por sus pinceles.Mandalas gigantes, intervenciones floridas, diferentes personajes o mujeres son temáticas recurrentes de sus obras. Uno de sus murales temáticos fue “Vincent en Finky”, que un
recuadro inferior reza “El arte es el hombre agregado a la naturaleza” en
Turdera.
“Lo busqué mucho antes de decidirme
dónde hacerlo, y era que tenía ganas de resaltar la figura de un hombre y
pintor al que admiro” señaló la muralista. Mandalas gigantes, intervenciones
floridas, diferentes personajes o mujeres son temáticas recurrentes de sus
obras.
Ambas jóvenes muralistas
coincidieron en la pintada que realicen es un “fluir constante” tanto sea de
emociones como de caminos que se abren a diversos lugares. “No busco quedarme
en un lugar mucho tiempo, hoy te puedo decir que el muralismo tiene más que ver
conmigo que otro tipo de obras, pero todo se va eligiendo al hacer y a medida
que se crece”, afirmó Menéndez.
Alrededor de tanto ruido y
contaminación visual, están ellas dejando arte al pasar; hormigas atómicas
incansables, muralistas con o sin escaleras que intentan llegar a captar una
mirada, o siquiera un suspiro. Dejemos, así, que las paredes nos atraviesen la mirada y nos impresionen todos los días.
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