El motor hacia una nueva escuela: la educación popular
La educación, entendida como
aquel conjunto de condiciones de acompañamiento pedagógico hacia una persona
encuentra una nueva corriente política construida, principalmente en
Latinoamérica con la característica que le da nombre, Popular. Aunque su lógica
no tiene un punto de partida definido ni una doctrina predeterminada, ya que
muchos momentos históricos influyeron en esta tales como la Revolución Cubana
en 1959, la Revolución Sandinista,
el surgimiento de la Teología
de la Liberación,
entre otras circunstancias; Se puede hablar de un momento fundacional a finales
de los 70 con el pensamiento marxista y la práctica radical del educador
brasileño, Paulo Freire. Su experiencia educativa nace de una militancia de
base en las regiones pobres de Brasil, con campesinos y trabajadores de la
industria, también participó en la Juventud Universitaria
Católica hasta que conformó el Partido de Los Trabajadores, una organización
con dirigentes obreros. Todo este recorrido sin despegarse del pueblo. Aunque Freire no nos habla en un sentido
estricto de “popular”, retoma la educación como puente para la liberación
social, donde el acto pedagógico comienza hacia el mundo y dentro de uno mismo.
Luego, los diferentes movimientos guerrilleros latinoamericanos se apropiaron
de la pedagogía en la práctica política para generar una construcción
consciente en el camino de la toma del poder y allí se descubre el potencial
transformador de esta corriente pedagógica. Experiencias como la llamada Red
Alforja, que vinculaba prácticas educativas en las guerrillas de Nicaragua, El
Salvador, Guatemala, Costa Rica y Panamá o el zapatismo en México,
resignificaron y resignifican constantemente esta escuela que se propone
construir un sujeto político protagonista, un sujeto que se constituya como
actor de la historia.
En nuestro país, ya en una post
dictadura, la educación popular se recompone ideológicamente mediante el
desarrollo de experiencias educativas territoriales, como los bachilleratos
populares y las Escuelas Campesinas, ligadas a organizaciones que pugnan por
una transformación social y comparten el aspecto comunitario al estilo de las primeras
experiencias de Freire, generando conocimiento de “de arriba hacia abajo”.
Los bachis si
bien nacieron a principios del siglo XX, de la mano de la inmigración masiva y
la organización creciente del movimiento obrero -cuyas experiencias fueron
retomadas por el primer peronismo-como movimiento se hizo fuerte a raíz de la
crisis de finales de los '90 y principios de esta década, fundamentalmente en
lo que significaba los primeros indicios del fracaso de la reforma neoliberal
educativa noventista, lo que se veía era
un proceso de cada vez mayor expulsión de jóvenes y adultos de la escuela media
formal, e intentaron intervenir frente a
esta exclusión social ante un Estado
ausente. Funcionan en empresas recuperadas por sus trabajadores, las cuales
siempre tuvieron un germen cultural y de devolución al barrio por las ayudas
que les han brindado en su territorio, también en organizaciones barriales,
movimientos sociales o cooperativas. Las primeras fábricas recuperadas en
impulsar un bachillerato popular fueron las de IMPA (Industria Metalúrgica y
Plástica Argentina), , la
Maderera Córdoba y Gráfica Chilavert. Hoy en Argentina existen
unos setenta bachilleratos populares que se nuclean en tres colectivos: la Coordinadora de
Bachilleratos Populares, la Red
de Bachilleratos Populares y la
Coordinadora de Bachilleratos Populares del Oeste. Para
construir una nueva generación de sujetos políticos, incorporan y retoman
múltiples tradiciones de participación popular, especialmente las de Freire,
desarrollando un nuevo concepto de la pedagogía participativa. Por eso en los bachis, no se contemplan las estructuras
jerárquicas del sistema público formal ni prácticas autoritarias, se propone un
proceso de aprendizaje colectivo, donde todos y todas forman parte de la
organización en igualdad. Además su máxima autoridad es un coordinador y construyen con criterios
democráticos, el espacio de las asambleas
que se reúnen una vez por mes, y genera
un espacio de coordinación sobre los trabajos de área y los temas (desde los proyectos pedagógicos hasta la política
académica cotidiana) se debaten en, con estudiantes y profesores mezclados.
También se encarga tanto de elegir un quipo docente en cada clase como de
capacitarlos, como un cuadro político que se va modificando en la práctica y
también necesita ser educado.
Las escuelas campesinas, surgieron como
espacios de lucha, resistencia a situaciones de violencia, ofensiva, producción
de alimentos sanos y orgánicos… Como una conjunción de corrientes y
experiencias de la escuela popular, surge
en la Argentina, el MOCASE( Movimiento de Campesinos de
Santiago del Estero), que intenta cruzar los saberes campesinos con la
cosmovisión tradicional indígena. Para ello, inicialmente, buscaron a los más
ancianos de las comunidades rurales, que por sí mismos y sin escuela también
podían impartir enseñanza. Así, apelando a la memoria histórica de los campesinos,
que con su pensamiento autónomo hasta ese momento prejuzgado, comenzaron la
retribución de los saberes, para armar una reflexión conjunta.
Durante
el poco tiempo que Freire estuvo en la Secretaría de Educación (1989-1991) en el
municipio de San Paulo, realizó algunas reformas pero su método pedagógico
general se vio afectado por el mismo sistema educativo estatal que desde una
lógica intrínseca de generar individuos funcionales al sistema capitalista se olvida
del ser único. Ya que esta educación que se plantea fuera del sistema no duda
en reclamarle al Estado reconocimiento oficial concreto como derechos de
acreditación de estas experiencias populares como las “escuelas públicas
oficiales”: la capacidad de otorgar títulos (no como un trámite administrativo,
sino desde la misma pedagogía participativa), salarios docentes, becas para los
estudiantes, financiamiento integral,
partidas presupuestarias para infraestructura. El Estado es el que debe ser el
garante del este sistema educativo, también ya que como organización rechazan el subsidio
de empresas privadas. En ese punto no son una escuela privada y toman distancia
de esa lógica.
Debemos valorar y revindicar esta nueva forma de hacer
escuela, planteando el dialogo no solo con el pueblo sino también con la realidad
y con la historia, con las experiencias que sirvieron y con las que no,
apelando a la autocrítica de nuestro propio sistema que convierto a la escuela
pública en un dispensario de problemática sociales, sin abarcar ninguna y
apelando más al adiestramiento, que al aprendizaje. En la opinión de Juan Fernández,
operador socio comunitario con orientación en educación popular y estudiante de
nuestra facultad, reside “la fuerte
sospecha de que a pesar de haber mas pibes en la escuela, el "nivel"
(en el sentido de proveer herramientas para generar seres que puedan pensar por
si mismos) esta cada vez mas deteriorado”.Es importante, comprender que aunque cada una de estas experiencias están planteadas desde visiones educativas diferentes deben articularse en un mismo sistema. Por ello el desafío, es crear una fuerza popular que respete las diversidades y que tenga como resultado un sistema educativo más democrático en su conjunto y sus relaciones con la construcción de poder popular. El periodista y pensador político peruano José Carlos Mariátegui , en su escrito al 1ero de Mayo, nos habla de que “preconizar el frente único no es, pues, preconizar el confusionismo ideológico. Dentro del frente único cada cual debe conservar su propia filiación y su propio ideario” Por ello, en ese “partir, desplazarse de un punto al otro y no quedarse” freireano subyace nuestra mediación entre el orden establecido y todo lo que queda por establecer. Léase conocer
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