Esclavitud
moderna: trata de personas
“Si no
hubiera hambre, no habría mujeres para vender. Habrá mujeres para vender, si
hay hombres para comprarlas”. Albert Londres
Hace más de
100 años, que la trata de personas con fines de explotación sexual es un
delito que existe, pero de manera invisible y menos institucionalizada. Cuando
hablamos de prostitución, nos referimos a la explotación para el comercio o
cualquier forma de esclavitud sexual o económica que es parte de un sistema
organizado comúnmente llamado trata de blancas, por el que entendemos, según la
ley 26.364 Art. 2 como “ la captación, el trasporte y/ o traslado- ya se dentro
del país o hacia el exterior-, la acogida o la recepción de personas mayores de
18 años, con fines de explotación, cuando mediare el fraude, violencia, amenaza
o cualquier medio de coerción, abuso de una situación de vulnerabilidad,
concesión o beneficios para obtener el consentimiento de la persona que tenga
autoridad sobre la víctima”. Cuando nos referimos a la trata de blancas,
también hacemos mención a la más explicita modalidad de la llamada violencia de
género. Estas acciones resultan ultrajantes y corruptas hacia el ser humano en
su generalidad y hacia las mujeres (tan solo por su condición de serlo), en
particular. Esto se genera como en el marco de una sociedad que posibilita
dicha discriminación y es socialmente
aceptada, en especial en los sectores más vulnerables de la sociedad visto,
también, como medio de supervivencia.
Es una situación naturalizada pese a que sus
connotaciones objetivas son compatibles con la forma más moderna de esclavitud
y tiene como resultado inmediato el enriquecimiento ilícito de algunos
individuos. Consecutivamente de, la degradación humana de la victima a la cual
su yo se ve devaluado a la categoría de objeto, privado de todo respeto, honor
y dignidad, pasa a ser considerada un instrumento en una cadena de producción
de ganancias.
Con respecto a las diferentes formas de
intervención estatal, nuestro país ha pasado desde la no intervención hasta la
adopción, bajo la primera instancia de
igualdad jurídica entre el hombre y la mujer, de un el sistema reglamentario
como el abolicionista. En el primero, desde el Estado se reconoce la
prostitución y presta las medidas adecuadas. En un anexo a la ley 12.331 de
“Profilaxis de enfermedades venéreas” de 1937, Art 15 se prohíbe el establecimiento de “casas de tolerancia y
no se encuentra penalizado el ejercicio de la prostitución, aunque si el
regenteo.
Con respecto al abolicionista, el cual tiene como
objetivo dar inmediata finalización a la prostitución, para eliminar el
proxenetismo, castigar al proxeneta y proteger a la prostituta, se alinea la
ley 26.364 de “Prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus
víctimas” del 2008, durante la presidencia de Cristina Fernández, en la cual se
adoptan medidas preventivas, punitivas y de asistencia hacia las víctimas.
Estas legalidades adhieren de manera estratégica, para cooperar junto a otros estados
Estados valiéndose de la legislación sobre represión y trata de personas
aprobada por la ONU
en 1949 y actualizada en 2003.
El tema del consentimiento se torna irrelevante ya
que todos los tribunales siempre entendieron que las víctimas estaban en una
situación de vulnerabilidad, por lo que el consentimiento estaba viciado.
En relación a esto, en
junio del año pasado, la presidenta Cristina Fernández, firmó un decreto que
prohíbe la publicación de avisos sobre ofertas sexuales en los medios, por
ejemplo del rubro 59 de los diarios, que hacía publicidad a estas. Cabe
destacar que el diario Clarín sigue sin respetar dicha reglamentación a pesar
de los llamados de atención gubernamentales.
Además, la
Legislatura
unicameral de Córdoba aprobó este año un proyecto de ley que prohíbe el
funcionamiento de whiskerías, cabarets, locales de alterne y todo lugar “bajo
cualquier forma o denominación donde haya explotación de la prostitución”
En el ámbito nacional, federal y provincial
simultáneamente se continúan llevando a cabo talleres de trabajo que impulsan
la comprensión de los delitos con fines de explotación sexual. Este programa ha
sido diseñado por la Oficina
de la Mujer de la Corte Suprema y
validado por el Sistema de Naciones Unidas en Argentina en el marco del
cumplimiento de los compromisos internacionales asumidos por nuestro país.
En el conurbano bonaerense, escritores y
periodistas comenzaron a utilizar esta temática para desarrollarla en busca de
una posible solución que concientice, comience con el desarrollo de la notoria
escasa bibliografía sobre la misma y abra la posibilidad de debatir sobre
un tema que no se ve como un delito complejo, salvo en algunos casos. El
periodista, escritor y militante social, Alejandro Córdoba, (egresado de la Universidad de Lomas
de Zamora y residente en Temperley) presentó su nueva obra literaria
“Luces Rojas. Un análisis sobre la trata de personas para la explotación
sexual” en la Legislatura
bonaerense de la ciudad de La
Plata En este, el autor indica, sobre la historia de este
delito, el funcionamiento de las redes de trata, el perfil de sus víctimas y el
rol de los clientes.
“El objetivo de este libro es abrir el debate
sobre una problemática que aún no se ha instalado del todo en la agenda
pública”, explicó Alejandro Córdoba, a la vez que sostuvo que “la trata ha
podido crecer de manera exponencial gracias a un aval social y de algunos
funcionarios públicos”. Por otra parte, como panelista del debate en su
presentación se encontraba la doctora en Antropología y docente de la Universidad Nacional
de La Plata y
de Tres de Febrero, Ana Sabrina Mora, la cual sostuvo que: “hay un universo
simbólico que sustenta las prácticas, las representaciones y las
experiencias,”. En tanto, dijo también que “Las mujeres no son transformadas en
objetos de consumo al ser prostituidas; sino que hacen efectiva esa condición
de objetos de un modo particular, extremo”. Uno de los disparadores que formula
Alejandro es en el libro es: ¿Cómo hará la sociedad para transformar al sujeto
de una práctica social –históricamente justificada- en un simple delincuente,
en un cómplice de un delito aberrante? Alejandro se ha detenido con especial
detalle en las políticas prevencionistas, haciendo un trabajo de recopilación y
de revisión crítica de protocolos y leyes; esto constituye uno de los más
importantes aportes de su trabajo.
Además el autor de Luces Rojas consideró que “aún
queda mucho por hacer, por ejemplo en el plano de la prevención porque las
víctimas pertenecen a los sectores más vulnerables de la sociedad y son presas
fáciles de los tratantes”.
Aunque
se produce una convivencia
real entre jueces y/o fiscales locales, funcionarios políticos y policiales con
los lugares de explotación reflejado en la dilatación de pedidos de
allanamiento o un descarte arbitrario de denuncias, además de la presencia
policial en dichos lugares, realizando los llamados “adicionales” y demoras en
las investigaciones, otros sectores como la iglesia adhiere a la postura abolicionista de la
prostitución en lo legal, y a destacar la fecha 23 de setiembre como Día
Internacional contra la Trata
de Personas.
De
hecho el 26 de mayo se realizó con el 28º Encuentro de Diócesis de Frontera que
se realizó en Gualeguaychú y reunió a delegados de 13 diócesis de Argentina,
Brasil, Paraguay y Uruguay para debatir sobre la trata de personas. Pero hay
otros protagonistas de esta explotación, los clientes, aquellos consumidores
responsables, también de que este mercado siga en pie.
Debemos
tomar conciencia acerca de este fenómeno, y no aceptar lo inserto en la
conciencia social como cosa natural, reconocer nuestro cuerpo de mujer
dentro de los parámetros del propio control. Esto mismo lleva a la liberación
femenina, que comienza por casa, cuando aquellas que están oprimidas consiguen
tomar el destino en sus manos.
Para
ello, también, la intervención estatal no debe dejar de lado las políticas de
prevención, de amplio alcance y destacar el poder de las denuncias, que hacen que
muchas mujeres hayan logrado dejar atrás la conspiración, primero, hegemonía
patriarcal inculcada desde el momento de nacer y haber podido percibir su
realidad, como un hecho. En la actualidad, no existe dicha percepción social.
El
sometimiento es un recurso esencial para este sistema económico que convierte a
las personas en objetos que pueden comprarse o venderse y fue necesario en
todas las fases del desarrollo capitalista: en la colonización, en la guerra y
ahora en la nueva reestructuración económica y social.
Por ello lo que se necesita es una
transformación desde la lucha colectiva, esto no es una utopía sino un proceso.
Debemos tomar como natural, que las
personas no son productos de consumo. Demos vuelta el tablero, la
responsabilidad también es nuestra. No miremos a un lado y tomemos esta lucha
como propia.
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