bordes


 Borde I 


👁🦋temporada de escorpiones🦂

•hay mucha gente, hay tantas personas como tumbas hay en ese lugar. Yo no pedí que me enterraran, pedí que me incineraran, que mi cuerpo se descomponga como una masa amorfa de chispas que dejaron de existir alguna vez. Me gustaría que se enciendan,que cada uno de mis mùsculos sufra una contunsiòn aparente pero inmediata y sienta tocar las campanas que me llaman hacia esos otros mundos, que aparezcan los Ángeles, las reencarnaciones previas, las vidas que serè, que aparezca la luz al final del tùnel, que haya Dios, un Infierno al cual acceder, que estèn todas las representaciones del demonio que aparezcan, que dejen de estar a mi alcance, que me encuentre accediendo a otro lugar superior, que decida abrirme a la vida, a la real vida, a la fuente donde estamos todxs juntxs y no separados, que mi consciencia me lo permita, que deje de existir la realidad, que la materia no tenga tiempo, que yo me olvide del tiempo, que la vibración infinita constante me exija más ,que ya nada me exija más, que el cuerpo deje de sentir su peso, que el entierro no exista, que me dejen que arda en las llamaradas, por qué quien observa una vida, puede contemplar una obra de arte. Prefiero que la muerte me pesque durmiendo, que me lleve de paseo en un sueño y no me deje despertar, que me encuentre entregando el corazón en un desayuno, que no tenga fin, que el viaje sea infinito, que nadie/todos me van a ver, que puedan venir, que puedan llegar, que no haya controles que se lo impidan ,que toquen ,que bailen, que canten. Serà? Que bailaran ,que tocarán instrumentos? O serà que mientras escribo estas palabras, termino de desabotonarme el swetter, tomar el diamante que antes le llamaba cuchillo, inspeccionar las venas laterales así como me habían enseñado, y abrirme la carne como quien necesita abrirse espacio hacia otro mundo.


Apologías o bordes inteligentes donde morir?


Borde II 


-No sé como explicárselo, doctora, simplemente sucede. Yo estoy segura que no soy bulímica, no soy eso, no vomito porque quiera extirparlo de mi cuerpo, vomito porque quiero alimentarme del proceso, me alimenta saber que ya todo mi cuerpo realizó una digestión propicia, que mis intestinos achuraron, movieron, trituraron, que hubo un movimiento mecánico que le permitió a mis jugos gástricos deglutirse, alimentarse, tomar los nutrientes y solo en ese momento, que estoy segura que eso ocurre: saco la lengua, introduzco dos dedos largos y flacos pasando, suavemente, por encima de mi lengua, los muevo hasta el fondo de mi garganta, los dejo que la atraviesen y cuando penetran en ella, les doy cauce, rienda suelta, movimiento que aprendí en la infancia, la primera vez que mi cuerpo sintió asco, el asco de ver a una compañera cagar con la puerta abierta en el baño de chicas. Se fue, la muy campante y dejó la puerta del baño abierta, la mierda rebosante en el inodoro, girando como bolitas de pan, como bolitas de sedimiento, quise verlas, el olor me sedujo, se me armó como un nudo en la garganta pero con vacío en el estómago, Ahí la pifié. no había comido nada, previamente, y con el estómago recordando aún el té negro de las siete y media de la mañana, observé como alrededor de las caquitas sedimentadas y marrones que había dejado mi compañera en el inodoro, nadaban unos gusanos de diferentes tamaños alrededor de las heces, como queriéndoseles meter, como queriendo entrar en su anterior guarida, dándose cuenta que esa agua no era el lugar oscuro del intestino, forasteros de su conducto, viajaban perdidos en ese inodoro precario de una antigua escuela publica de la provincia de Buenos Aires y ese fue mi primer asco, tal vez porque siempre pensé que los gusanos vivían en la tierra y no me cabía la posibilidad de que también podían habitar el cuerpo humanó. el vómito no tardo en llegar, no quiero reproducir la sensación del hombre que vomitaba conejitos pero lo recordé en ese momento, mi papá me había leído el cuento unas noches atrás y ahora se me presentaba con toda su solemnidad para regurgitar. Del vacío del té negro, las manos se me acaloraron, todo el cuerpo se me calentó, el estómago se puso duro y como en una patada del interior, sentí ascender una bola de saliva y comida que llenaba mi boca como había visto que hacía mi perro cuando tenía mucho calor y se tiraba sobre el pasto y los hilos de baba se le caían de la boca, pero esta vez, en mi cuerpo venía acompañado por una sustancia oscura: el té y otros alimentos olvidados de la cena de ayer, un poco de choco, cebolla, una masa integral, un poco de morrón, curry que le encantaba poner a mi mamá en las tartas y todo ese combo se dio lugar frente a los gusanos, las heces y el inodoro pero no alcanzó a llegar, el piso fue un poco testigo de como puse la mano para recibir con maestría de principiante un vómito contundente pero seco en mi mano derecha que anunciaba el comienzo de una nueva travesía vincular de mis fluidos orgánicos, primero, el asco cesó, eso me sorprendió, no pensé que algo que causara tanta impresión a la humanidad tuviese tan rico olor, sería que la tarta que cocinaba mi mamá era tan deliciosa que hasta después de haber pasado por todos los conductos gástricos seguía siendo apetitosa?, cuando me acostumbré a su textura extrañamente desconocida, lo observé detenidamente, lo olí, y saqué un poquito la lengua, lo probé, había algo de ese momento, donde yo sabia que tenia que ya estar en el aula, el recreo había terminado hace diez minutos y nadie todavía me estaba buscando, pero yo estaba en el baño, sola, conociendo de esos sabores que casi nadie conoce porque no se atreven a experimentar, empecé a chupetearme los dedos llenos de esa sustancia biliar, pero a la vez, que recordaba el hogar y la receta de mi abuela, que había sido heredada después por mi madre y seguramente, sea recordaba por mis manos cuando la quiera realizar, ahora transformada por mi cuerpo en eso que llamamos vómitos, lo chupetee y empecé a encontrar en el sin-sabor, lo monstruoso que puede ser no encontrarle el gusto a la asquerosidad que de repente, me daba cuenta habitaba en mi interior, me chupé los dedos, saboreé, tragué, me hice un buche y luego, el procedimiento habitual cuando una termina de vomitar, hice un cuenquito con las manos en la bacha y enjuagándome, no deje rastros de lo que había pasado. desde ese día, supe, doctora, que la comida siempre es mucho más rica cuando ha recorrido lo profundo de mi ser.

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