la vida danzante

            



danza I   


   🦋 Me cuento que estoy preparando el cuenco de la vida pero retengo, cuidado, armo, en lo sencillo, en lo ordinario como regar un jardín pero es inútil remover la tierra cuando está llena de serpientes, los ojos se cierran y camino en las tinieblas, me paso por los hombros una capa gris que me pisa los talones hasta la siento tropezar conmigo misma, me brindan una vela de fuego, ancha, enorme que me permite caminar viendo hasta ir a verla a ella, una mujer con dos espadas clavadas en el corazón. Alguna vez le contaron que tenía que tener, alguna vez me pusieron en la boca, en su lengua, el nombre de la biblia como único libro sagrado al que tenía que adorar, le enseñaron a adorar a un dios patriarcal, me enseñaron sus tradiciones y yo creí, y ella comió la hostia y yo cumplí, me enseñaron que ciertos sacramentos eran imprescindibles, y ella creyó, y mi linaje llevaba la presencia de la palabra y nunca preguntó .

    Cómo iba a tejer una analogía entre mi vergüenza y su culpa que se maniataban en mi garganta en forma de rosario con la señal de la Cruz? Yo tan occidental, tan estudiante de escuela católica, tan padre nuestro y virgen María, tan Ángel de la guarda, tan rezando a la desidia, tan pagana que me tuve que esconder. Pero, un día, la serpiente que tanto me había enseñado a pecar la que se arrinconaba en medio de mi sacos, pequeña pero creciendo se manifestaba dando silbidos en mi interior. Por qué mis palabras se fueron convirtiendo en caminos hacia los orígenes? Qué escondían esos ojos que solo podían contener sabiduría azotada por la opresión de una gran ciudad? Y ahora esos silbidos llegan a mi boca y se clavan en tu pierna, te mordía mi propia serpiente que hincaba los dientes en una piel muerta que quiere que reviva . Ese día cómo lloraste, cómo me castigaron, como gritaste, vos gritabas y yo te miraba con los ojos de la inocencia profunda de una niña, te miraba las manos sosteniéndote la rodilla con un odio a tu silencio represor de historias y de recuerdos que se transformaba en compasión de tantas mañanas sin sentido, admiraba tu fortaleza de árbol en el centro de este bosque de cemento, mientras te miraba las manos, me miraste a los ojos y al centro del alma y sentí que todo lo que podía experimentar no tiene sentido cuando estamos descubriéndonos al costado de nuestro propio abismo ni siquiera en el alma de tu encierro traducido en la negligencia de mi corazón, me llamaste a comer y metí todos los rulos debajo de tu falda porque podía, porque ahí estaba mi aprendizaje el caminar debajo tuyo, al lado de tu corazón, en el medio de la vida, lejos de todo. 🍁


danza II 


    ...en los susurros de los recuerdos que se callan cuando aparece la vigilia, encuentro algunas memorias de las narrativas del ayer, me reviso las líneas de la palma de mi mano, a ver si encuentro vestigios de alguna respuesta que me puedan llegar a dar, pero es inútil, las manos no hablan a menos que la mirada que las interpele les de un significado, es inútil, mi mirada está seca, vacía, como sino tuviera mayor cauce de las palabras que brotan de los movimientos de sus dedos o de los ríos que desembocan de sus estructuras rocosas. Así, siento el límite de la materia que choca con mi realidad circundante, me penetra en un abrazo, me libera, hablo bajito para comprender/me en los versos de algún poeta enamorado atrás de una ventana lúgubre que haya leído alguna vez y ahora me tiende unas palabras de contención. Dejo que pasen, que me atraviesen, son mis dagas favoritas y yo, la artesana que las teje, la sicaria que las limpia antes de cometer el crimen, la huérfana que las maldice, la madre que las llora, la pintora que las desconoce, la escritora que no encuentra su sentido en la realidad, el sueño que fue soñado anteayer y vos, que todavías creés que existís...


danza III 


¿qué sucede en los cordones de las calles, donde pasa la zanja mojada, qué pasa en los umbrales de todas las zanjas de todas las ciudades, que no pueden estar en otro lugar, que no pueden purificarse, qué les ocurre que se mueven en un eterno devaneo en zigzag como si fueran sus aguas las responsables de sus movimientos?


¡arquelín, que bien que te hayas convertido en piel al fin! Vos y Fermín, nacieron por los sesenta y yo nací después pero, pequeño hombrecito, me guiaste los pasos, me fuiste soplando las hojas del camino y los amores no correspondidos para encarnar hoy, me enseñaste de ventanas rotas por el tiempo, alquitranes vacíos, veo como todo se desangra detrás de mí, veo como mis pasos tocan las huellas de la sangre que voy dejando al pasar, veo cada una de las imágenes tan nítidamente, pareciese pura, casta esa sangre que acaba de descender de un útero, me voy corriendo haciendo como sino la viera y, sin embargo, sigo estando en el centro de la escena, y todo se va moviendo alrededor, inclusive tu máscara, las manchas de sangre, el vidrio de las ventanas rotas, Fermín.

♋️

Me armo el nido, preparo la compasión como esa instancia de la presencia que nunca llega, que siempre toca la puerta antes de entrar, que llora vacíos grises de días otoñales, toco las palabras como las cuerdas de un violín casi sin partituras ni covers para crear, en las palabras todo es un cover del lenguaje universal, me resigno a la matriz y me pregunto si alguna vez, volveré a sentir la cueva de esos primeros calores.


Lucho

Me congelo

Huyo


Respondo como respondemos todxs les humanos ante el miedo para sobrevivir.


Nos compadecemos

Nos comprendemos

Nos damos tiempo y nutrición

Nos dejamos en remojo


🍂

Escucho a esa niña de cachetes enormes reírse a carcajadas pero, también, llorar, quién le va a explicar tanto tiempo que los sistemas de opresión comienzan a sellarse en el momento exacto que nuestro cuerpo hace piel en esta tierra, quién le va a tener que explicar que nació en un contexto donde decidieron sobre ella, su género, quién se va a tomar la molestia de reconocer que su esperanza de vida va a tener que ver con el territorio donde le tocó nacer, acaso es eso que todos nombran como “lo invisible”, lo que se aprieta detrás de los vestidos? La niña infla, infla los cachetes y llama a honrar a su semilla esencial de su biografía, de nuestra narrativa. Me susurra al oído en sueños, estoy sintiendo sus palabras, en ese intersticio precioso de no saber que narrativa contarnos pero con la certeza de que tenemos la posibilidad de hacerlo y además de cuidar el uso que hacemos de nuestra palabra, de nuestra historia.

☀️

¿Por qué voy a creer que para mí hay otra historia si todavía no me permito recopilar los restos de la narrativa de la que provengo, para volverme a narrar? ¿Se puede re-escribir nuestra propia biografía? ¿Desde qué lugar parto para contar? Una historia rica en aristas, desencuentros, polaridades, cruces, señales, despierta, que carga contenido mientras el corazón ansioso le late en el centro del pecho. Al menos, hay destellos de luz en los recuerdos.


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