búsquedas y errancias

            



errancias 


        🍁Tal vez, estoy condenada a la búsqueda, a la errancia, al destello de luz, a la sensación de vacío, cómo unir todo aquello que se caía con todo aquello que deseaba? Si cuando veía el objeto caerse tan solo el tiempo podía detenerlo como un látigo. Quién me mandó a investigar en territorios desconocidos? Ajenos, desproporcionados? Quién quiso aprender a errar en la eternidad de los asfaltos viejos y roídos? Solo encontramos excusas entre nosotrxs, un lugar que nos ataja y no saber más nada, que el vidrio se empaña si llueve, que seguramente te golpearán la puerta para venir a buscarte y ni siquiera te encontrarán: porque te habrás ido. Porque habrás encontrado el espacio sensible que tanto buscabas, pero que sin embargo habita la misma pregunta: podrá sostener tu huida?
       🍁Parece que eso que llamo corazón es el límite de las coordenadas de un espíritu que sale, que se entrega al salto de la vida como caballito de mar ciego, buceando en la profundidad de las aguas, al final y al cabo, al final y sin embargo, se ahoga. No puede nadar. Y yo sin embargo, le quiero dar una oportunidad. Le tomo la mano, traspaso el agua para eso, lo tomo de los hombros, que magia te trajo hasta acá?, le pregunto mientras lo acompaño a sumergirse en el agua. Vos sabes de donde venís? Lo invoco, persisto en la investigación. Pero, de verdad sabes? Yo tampoco me gustaría decirle. Yo tampoco.


búsquedas


    “Dejame enseñarte del florecer”, me dijiste y yo acepté, la palabra flor-ecer siempre me había gustado, me sonaba a las tardes en Banfield, a los tés de boldo y manzanilla de mi abuela, al darte la mano al caminar por las calles empedradas, el florecer me hacía acordar a las flores de palabras que salían de tu boca, a las que nos fumábamos juntxs en la estación del tren, a abrirte la boca entre mis dedos para besarte, pero se escapaban los recuerdos, memorias inventadas por una mente frágil y la boca que se había abierto días atrás, hoy rechinaba los dientes como si nadie la pudiera escuchar/tu chillido me hizo crujir el alma, me abrí como las siete lenguas de fuego del infierno y me ubique en el lugar más cerrado del jardín, ese rincón donde no llega la luz, me tire tierra encima y decidí no dormir, no dormir más hasta que pueda abrirte la boca otra vez para besarte. Pero ese día, nunca iba a llegar y la ciudad era tan fría bajo la tierra y los edificios lloraban pantallas que los encandilaban. Me aburrió tanta sequedad y el aljibe pedía renovar el agua. Me saqué de encima la tierra mojada, el olor todavía no puede desprenderse de mi carne, me tragué los vómitos y decidí dar vuelta mi tercer ojo para poder caminar a ciegas, cómo me habían enseñado. Pero, me siguieron tocando la puerta de las entrañas para pasar y no puedo negarles el permiso, vienen con su arte a la mañana, con tanta sombra de nogales y vuelos de pájaros, con la tranquilidad de un cuarto propio o la intensidad que determina una vida o la hace crear libre en cada suspiro, en cada parpadeo, en cada uno de los dedos de mi mano que se desplazan por el teclado, en cada lluvia que me empapa desprevenida con el cuerpo lleno de armaduras para ir a la guerra, con las palabras haciendo el puente de lo posible desde el centro que arma el juego del lenguaje y de la vida •



“Entrega tus hojas antes de que sea tarde y la infinitud de la muerte se lo lleve todo quien sabe a que silencios”

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