tiempos

            Amigue del tiempo I 

  Que si, que no que hacerse amigue del tiempo, lleva tiempo, que hasta que comprendas, lleva tiempo, que hasta que decidas, lleva tiempo, que hasta que seas tu propia amiga, lleva tiempo, que no puedo concebir el tiempo por fuera de lo que me enseñaron que es, porque aprender lleva tiempo, porque el proceso conlleva esfuerzo, porque tiempo. Y qué pasa si le robó al tiempo? Si me convierto en una ladrona que percibe el tiempo como una trampa cazadora de ratones, lista con el queso preparado para atraparme, para dejarme sin aire, para permitirme que no pueda, que no deba, que no quiera/ Y si subvierto el tiempo? Si me armo una trinchera con mi expresión, me construyo una caja donde no lleguen los relojes, donde nadie los pueda imaginar ni siquiera en su memoria, donde el tiempo se convierta en una máquina parlante atravesada por ríos feroces de pensamientos nutritivos que los llenan de colores, qué pasaría si tan pronto como el aire me atraviesa en el espacio reconozco que no hay más culpa que la de hacerse cargo del territorio que te dieron en esta vida, ese territorio tiene una mente, una infinidad de percepciones respirando, poros que se abren en cada uno de tus sentidos, ese territorio está lleno de palabras, habita otro lugar: el mágico, el inconsciente. Ese territorio es nuestra única responsabilidad y apropiarte de ese destello, es nuestra capacidad de poder observar procesos para, luego, no tan luego pero si más luego poder observar eso mismo cómo se mueve en la vida misma. El circuito acompañante- ser acompañado no deja nunca de existir, no deja nunca de vibrar, de anhelar presencia, de estar ahí y seguramente será olvidado. No se lo puede retener. Se escapa entre las manos como el agua al lavarte. Se escapa como la alegría cómo se encuentra de cara al odio de cara a la insensibilidad. Me río con la boca abierta ya no pienso que se me van a ver los dientes, que me los van a ver y si hay comida de hoy que todavía no me los lave. Me río porque la risa es una herramienta subversiva y porque no puedo hacer más que reírme. De nuestra historia como humanes, de las emociones, de la batería de elementos que componen mi espacio-tiempo, de todo lo que ya escribí que necesito una imagen, que ahora vendrá otra palabra, que recibiré tal estudio, que soy un vertedero de contenido y al final, las mayores revelaciones de mi vida las tuve vaciándome de prejuicios, de dolor, de pensamiento, de medicina. Tal vez por eso al amor le llamaban la medicina del alma.




Amigue del tiempo II 


        En el abismo de la existencia, estamos nosotrxs jugando al juego de la vida/ hay tantas lealtades invisibles creando y destruyéndonos alrededor de nuestra historia/ hay tantos tabúes que vinimos a desmembrar, a deshilvanar, a desencajar, hay tantos lugares por limpiar/la vida se convierte entonces en una gran muestra, en una enorme puesta en escena donde nosotres somos los actores protagónicos/ en cada familia nacen buscadores/ todo orden sostiene el orden universal cuidando su propia responsabilidad de su territorio mental y espiritual/ pero hay una llave maestra que abre puertas y acompaña realidades: el amor/


II

La mente se puede convertir en una jaula sino se abre a la inmensidad del vacío. Permitirse el vacío es una enseñanza del amor de la vida. Trabajar con responsabilidad y una mano en el corazón hacia las tumultuosas mareas de la vida, es una tarea de valientes. Nos convertimos por un rato en unes niñxs jugando al juego de la vida, olvidando lo aprendido, creando nuevas existencias, confiando en nuevas realidades. La revolución consistirá en abrir el corazón, en meterse la mano allí donde incómoda, donde duele para extraer materia prima, para extraer esencias que se chorrean en “los vacíos de todas sus bocas”. Cada vez que siento la locura, recuerdo el borde
Inteligente que nos brinda la poesía. Cada vez que me siento actuando, recuerdo el inconsciente manifestado en cada rol, en cada personaje.
Cada vez que siento amor, me quedo sin palabras.

III

Quien descubre los abismos del corazón también tiene acceso a sus oscuridades.
Allí están todas nuestras historias escritas, condensadas, grabadas, guardadas pero nada de eso tiene sentido sino estamos en el barro de nuestra existencia, sino salimos a que nos pegue el sol en la cara, sino salimos a mirarnos a los ojos, sino salimos a la calle a dejar que nos toquen bocina por pasar el semáforo en rojo.


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