la madrugada se me cae de las manos


otra vez, la madrugada que se me cae de las manos

la página en blanco

el corazón en la mano

la sensación en el pecho de dolor atravesado

el nudo en la garganta

la templanza en medio de la frente

el movimiento ancestral de todo lo que se mueve en mi corazón

la soledad que mata máscaras de personajes de ficción habitando cuerpos ajenos, cuerpos recuperados de una obra que otro actor quiso protagonizar

el daño psíquico de las lealtades rotas

otra vez, la importancia del cuido, del tiempo, del dolor, de lo que sucede, de la apertura, la ruptura, el miedo, la soledad.

El color del mismo infierno que estaba dentro y que sólo ahora me atrevo a nombrar, que aprendo a darle palabra, que cobra sentido y color, que se transforma.

 

no tengo ganas de que me mires a los ojos, que me recibas con tus brazos abiertos de condescendencia, no tengo ganas que me abraces cuando haga frio, no tengo ganas de que me sirvas un té cuando me vaya a despertar, no tengo ganas de que me hables cuando me sienta sola, no tengo ganas de que me digas que me queres, no tengo ganas de que pienses que me conoces, no tengo ganas de que me hables cuando te necesito, no tengo ganas de darme cuenta que sigo controlando, ¿se puede controlar las fibras que tensan los músculos de un cuerpo? Por favor, dame algo, dame alguien, por favor, dame paciencia, dame fe, dame agua, tengo sed, dame tu sol, tu tierra, tu mar, dame tu aire, solo para mí, dame tu cielo, el que cubra mi zona, el que alumbre solo cuando esté y que se apague cuando me vaya, que exagere todo lo que quiera, que se abra en primavera, déjame ser todo tu cielo, solo para mí, dame cada uno de tus parásitos que me los quiero inyectar en las vena, dame un poco de lo que no sabes que existe pero que podes nombrar, ¿se puede sublimar un Plutón escribiendo historias?, escuchá!, alguien te susurra en el oído, el diablo que te está mirando y te señala el pozo, mirá como te animás a caerte, dentro del pozo que forma nuestra mirada cuando se encuentra.

 

 la madrugada se me cae de las manos II 


"los gestos correctos en el lugar errado,

muda pero activa muerte trabajando el corazón."

 

¿Qué sucede en el momento del detrás de la ventana, en el que apoyados en el marco de la vida, miramos como los rayos del sol rajan el cemento de esta ciudad que nos contiene?

Adentro, pareciera que llueve torrencialmente, las paredes se empapan de agua, las manchas de la humedad brotan desde el suelo hasta los pulmones, el llanto se atosiga en nuestra garganta, todo es hojita de otoño marrón que cae, lágrima abrigada por la mejilla colorada.

Me corro del marco, sublimo, escribo como quien mancha la pared de estrellas, las estrellas son las palabras y mi líbido no se estimula si no quiero posar los ojos en otras palabras, cada palabra es como una mancha que se posa en mi corazón, que me hiere, que me desangra, todo está caído, derrumbado dentro mio, estoy presenciando los escombros de mi existencia.

Me incomodan las pantallas grandes, me incomodan los monitores víctimas del espacio que ocupan, pareciesen que las imágenes se desarman dentro de uno y pueden pausarse con un botón de “apagar”, ¿la existencia es así?

¡anda a saber que es lo que pasa cuando todos nos encontramos detrás de ese frío artilugio, andá a saber donde se erigen los espacios vacíos que nos permiten acudir a otros rincones de la conciencia!

¿el silencio es una construcción humana?

¿El arte es una virtud?

¿El libre albedrío es una técnica y se puede confundir con la esclavitud?

¿El tiempo es aquello que está sucediendo mientras los miro?

El antes no sería mucho sin un después.

Si todo se piensa, entonces, somos nosotros lo que lo estamos pensando al todo y el todo está balbuceando a través nuestro.

La perpetuidad de la imagen nos permite evocar ese momento que se nos desliza entre los dedos de las manos.

Lo perpetuo, también, es lo efímero, lo que encuentro cuando los cruzo al pasar por el zoom, siento que les rozo el hombro, que los miro al centro de la pupila, que recuerdo un poco más quien soy, quiénes somos cuando nos encontramos.

hoy, somos ese delta y cada charco de agua se constituye de nuestras ansias de abrazarnos. Un árbol montado sobre avenidas de agua nos esperaba, perros guardianes que nos cuidaron y nosotros trascendiendo una puerta (¿una puerta piensan que fue realmente lo que cruzamos en esa casita repleta de simbolismos?)

¡La puerta de entrada vaya a saber de qué lugar!

 

 

 

 

 

 


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